domingo, 19 de abril de 2009

Encuentro

En una tarde lluviosa me encontraba sentada en un banco del jardín del centro de la ciudad. Me apetecía descansar, la lluvia era tenue.
Al rato decidí marcharme y antes de dar el primer paso, percibí que alguien se sentaba a mi lado, no le había visto venir. Era una anciana de semblante espectral.
No te vayas, dijo. Tengo algo que decirte. Había algo en ella que me atrajo.
Mañana cocinaré natillas con galletas y canela.
Y...?
Y la vida te trae regalos, solo hemos de estar atentos. No tengas miedo.
En ese momento se levantó para marcharse.
Ya se va?
Entonces se giró y añadió: “en la vida nos encontraremos”-
Y la anciana se fue sin hacer ruido, sigilosamente, parecía que sus pasos flotaban en el aire. Me sentí apenada por su marcha, estuve a gusto durante los segundos que permaneció conmigo.
Al llegar a casa le conté a mi hermana lo ocurrido. Ella sonrió.
No recuerdas que la abuela nos hacia natillas? Ha venido del más allá para darte un mensaje.
Desde entonces, cada vez que me siento triste o desanimada, recuerdo aquella tarde lluviosa y "en en la vida nos encontraremos”, y sin temor continuó hacia delante.

AZUL

En una tarde de inociencia, nos encontrabamos en el príncipio de nuestra historia, compartiendo un bisonte, con crucigrama en mano y esperando un tranvía que nunca llegaba. Impulsividad.
Con nuestras almas de titiriteras viajábamos hacia los setenta embriagadas por la música de los Bee-Gees. Entre risas, bailes y mucha tontería, albergabamos la esperanza de crear un mundo mejor, un mundo interior, fresco, nuevo y donde la vida de farándula tuviera su reino. Evolución.
Te esperaré siempre, no importa el lugar. Te parece bien en el Iparralde? Y ahí desde este lugar te sueño divertida comiendo dátiles a la sombra de una palmera. Si, amiga. Tempus fugit. Crecimiento.
Y en la oscuridad de nuestros corazones se van rompiendo los hilos que nos mantenían unidas a nuestros demonios; que enturbiaban nuestra mirada y nos alejaban de nosotras mismas. Y aún con esos fantasmas que se resisten y a veces nos contrarían, navegamos sumergidas hacia lo desconocido, con la certeza de que la distancia y el silencio solo hacen que unirnos todavía más.
Gracias por tu mirada azul,
que cura y limpia mi alma,
volviéndome más pura, más bella.
Gracias por alimentar nuestro mundo de magia
y asi poder bailar con nuestros disfraces de carnaval bajo la luna. Serenidad.