Una vez soñé que soñaba y esto soñé:
Gente ataviada de túnicas de todos los colores, naranjas, azules, amarillos, violetas, púrpuras, blancos…, bajo las túnicas pantalones del mismo color, sandalias, bailes, círculos, alegría, flores, niños, un duende, un duende?, desperté algo confusa, detuve por un instante mi mente, y empezó a ordenarse en mi cabeza lo soñado y así fue:
Una fiesta, personas vestidas de túnicas de toda la gama de colores,
azules, naranjas, violetas, blancos, púrpuras…, cada uno se identificaba con un color,
calzaban sandalias romanas,
y formaban un círculo, cantaban mientras bailaban danzas medievales, otras veces eran bailes de oriente, de los países árabes, todos apoyados entre sí y bailoteando al unísono, era divertido, extendidos sus brazos y descansando los hombros en el que tenían a cada lado, parecía que entonaban una canción antigua como de otros tiempos, recuerdo que era algo así:
‘ en una montaña, más allá del valle,
donde se esconde el arco iris..,’
risas, palmas, regocijo y saltos.
Unas flores encima de una mesa y sobre ella un paño de color hueso, pero apenas se distinguía puesto que estaba disfrazado de infinidad de pétalos carmesíes, precioso,
y giraban hacia la derecha,
y ahora un brinco.
Fuera, en el exterior, la lluvia empieza a mojar las calles,
los árboles agradecían las gotas de agua sobre sus hojas casi secas,
sonrío entonces,
y en la fiesta un niño se sitúa en el centro del círculo,
marcando el siguiente paso con un palmoteo,
giro a la izquierda,
‘ donde los delfines hacen un brindis a la vida,
y los osos blancos elogian a la primavera’
otro salto,
hombres sencillos trajeados de túnicas verdes disponen
flores de un abril radiante, luminoso, colmado de entusiasmo.
Y a lo lejos, un duende elegante, disciplinado y de mirada pícara,
contempla la escena que le llena de júbilo, viste túnica azul brillante
y un brazalete amarillo en un tobillo,
me busca entre mis invitados,
mueve ligeramente su cabeza a modo de saludo,
risas, palmas, alegría y más saltos.
Si, sin duda es mi duende,
un duende tocado por los dioses,
‘ donde las sirenas llaman a los ángeles,
con sus cítaras y arpas, hermosas damiselas’
y desde el umbral de la puerta, me espera,
sé que he de partir,
partir a otros mundos,
mis invitados continúan disfrutando,
sus mejillas encendidas por la pasión de sus danzas,
almas gozosas,
celebran mi vida, ajenas a mi partida,
mi duende coge mi mano,
la esencia de la vida,
miro a mis invitados
y contemplándolos, sonrío
la verdad de la vida,
tan solo dos únicas palabras;
belleza, esperanza.
Fue un sueño? Fantasía, extrañeza, duda, no, solo certeza.
Y pétalos blancos caídos desde el cielo me dan la bienvenida,
y dos jóvenes indios tocan en mi honor con caracoles marinos y timbales.
Gente ataviada de túnicas de todos los colores, naranjas, azules, amarillos, violetas, púrpuras, blancos…, bajo las túnicas pantalones del mismo color, sandalias, bailes, círculos, alegría, flores, niños, un duende, un duende?, desperté algo confusa, detuve por un instante mi mente, y empezó a ordenarse en mi cabeza lo soñado y así fue:
Una fiesta, personas vestidas de túnicas de toda la gama de colores,
azules, naranjas, violetas, blancos, púrpuras…, cada uno se identificaba con un color,
calzaban sandalias romanas,
y formaban un círculo, cantaban mientras bailaban danzas medievales, otras veces eran bailes de oriente, de los países árabes, todos apoyados entre sí y bailoteando al unísono, era divertido, extendidos sus brazos y descansando los hombros en el que tenían a cada lado, parecía que entonaban una canción antigua como de otros tiempos, recuerdo que era algo así:
‘ en una montaña, más allá del valle,
donde se esconde el arco iris..,’
risas, palmas, regocijo y saltos.
Unas flores encima de una mesa y sobre ella un paño de color hueso, pero apenas se distinguía puesto que estaba disfrazado de infinidad de pétalos carmesíes, precioso,
y giraban hacia la derecha,
y ahora un brinco.
Fuera, en el exterior, la lluvia empieza a mojar las calles,
los árboles agradecían las gotas de agua sobre sus hojas casi secas,
sonrío entonces,
y en la fiesta un niño se sitúa en el centro del círculo,
marcando el siguiente paso con un palmoteo,
giro a la izquierda,
‘ donde los delfines hacen un brindis a la vida,
y los osos blancos elogian a la primavera’
otro salto,
hombres sencillos trajeados de túnicas verdes disponen
flores de un abril radiante, luminoso, colmado de entusiasmo.
Y a lo lejos, un duende elegante, disciplinado y de mirada pícara,
contempla la escena que le llena de júbilo, viste túnica azul brillante
y un brazalete amarillo en un tobillo,
me busca entre mis invitados,
mueve ligeramente su cabeza a modo de saludo,
risas, palmas, alegría y más saltos.
Si, sin duda es mi duende,
un duende tocado por los dioses,
‘ donde las sirenas llaman a los ángeles,
con sus cítaras y arpas, hermosas damiselas’
y desde el umbral de la puerta, me espera,
sé que he de partir,
partir a otros mundos,
mis invitados continúan disfrutando,
sus mejillas encendidas por la pasión de sus danzas,
almas gozosas,
celebran mi vida, ajenas a mi partida,
mi duende coge mi mano,
la esencia de la vida,
miro a mis invitados
y contemplándolos, sonrío
la verdad de la vida,
tan solo dos únicas palabras;
belleza, esperanza.
Fue un sueño? Fantasía, extrañeza, duda, no, solo certeza.
Y pétalos blancos caídos desde el cielo me dan la bienvenida,
y dos jóvenes indios tocan en mi honor con caracoles marinos y timbales.
1 comentario:
El duende que llevas dentro. Y lo llevas desde que naciste, amiga. Eres pura letra, y sabes hacerlo como nadie. Te invito a continuar. Ansiosa de que vuelvas a publicar. Bienvenida....y no te me vayas.
Love from Nohe
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