En una tarde de inociencia, nos encontrabamos en el príncipio de nuestra historia, compartiendo un bisonte, con crucigrama en mano y esperando un tranvía que nunca llegaba. Impulsividad.
Con nuestras almas de titiriteras viajábamos hacia los setenta embriagadas por la música de los Bee-Gees. Entre risas, bailes y mucha tontería, albergabamos la esperanza de crear un mundo mejor, un mundo interior, fresco, nuevo y donde la vida de farándula tuviera su reino. Evolución.
Te esperaré siempre, no importa el lugar. Te parece bien en el Iparralde? Y ahí desde este lugar te sueño divertida comiendo dátiles a la sombra de una palmera. Si, amiga. Tempus fugit. Crecimiento.
Y en la oscuridad de nuestros corazones se van rompiendo los hilos que nos mantenían unidas a nuestros demonios; que enturbiaban nuestra mirada y nos alejaban de nosotras mismas. Y aún con esos fantasmas que se resisten y a veces nos contrarían, navegamos sumergidas hacia lo desconocido, con la certeza de que la distancia y el silencio solo hacen que unirnos todavía más.
Gracias por tu mirada azul,
que cura y limpia mi alma,
volviéndome más pura, más bella.
Gracias por alimentar nuestro mundo de magia
y asi poder bailar con nuestros disfraces de carnaval bajo la luna. Serenidad.
Me has vuelto a hacer llorar. Te quiero
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