El fuego de un volcán embravecido
arrasa a su paso rocas, guijarros, montes...
Nada escapa a su caricia opresora, humeante.
toda la falda de la montaña sepultada
por el manto de la lava, que comienza a perder fuerza..,
a dos metros de llegar al pie se detiene y ocurre el milagro;
la naturaleza ofreciendo un guiño
ha conservado una hermosa amapola,
altiva y desafiante.
Una suave brisa agita sus pétalos,
es entonces cuando la flor nos regala
un sensual movimiento orgullosa de sobrevivir a la muerte
y agradecida nos lanza un beso.
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martes, 15 de enero de 2008
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