martes, 23 de marzo de 2010

" Carta a mi dulce Lucía"

En las noches más silenciosas que pasé en mi antigua casa, ahora
en ruinas a causa de aquel terrible incendio, pienso que fueron maravillosas. Pues cuando tú, Lucía te alejabas yo sonreía, evocando esas veladas de momentos de alegría, de complicidad, de miradas llenas de entusiasmo, a veces también ¿por qué no?, de conversaciones con tintes de tristeza. Y es que Lucía la vida también tiene esos momentos de amargura que nos hacen valorar más las maravillas que nos trae, en ocasiones la vida. Y así pasábamos aquellas veladas de las que tanto aprendí y entre bebidas calientes, si ¿no recuerdas?, en mi vieja casa siempre hacía frío, a pesar de que nos encontrábamos en primavera. Como te decía, entre bebidas calientes, el humo de tus cigarros y la tenue luz de las velas nuestros corazones se acercaban más, viajando hacia ese lugar donde las palabras quedan grabadas en el alma, sabiendo que ninguna tormenta se llevará lo vivido, que nada podrá morir cuando permitimos que la vida nos embriague, nos zarandee y al mismo tiempo dejamos que cada uno seamos isla y así te sueño, con la certeza de que en nuestro próximo encuentro brindemos por las viejas historias, por los recuerdos de un país lejano, el tuyo, y por el abrazo de la amistad que desea seguir aprendiendo, dejándose tocar por el milagro de la vida.
Mi dulce Lucía, anhelo tu regreso, para enseñarte mi casa ya restaurada que espera ser habitada, y en la noche escuchar el sonido del silencio.

1 comentario:

noelia dijo...

¡Aaaays! ¡Cuanto has tardado en escribir!!! ¡Que no vuelva a pasar, eeh?
Preciosa historia de amistad o de amor, que el amor lo abarca todo, vaya que sí. ;-)